¿Por qué solo te ofrecemos experiencias de día completo o de mínimo 6-7 horas?

Porque para vivir Córdoba y conocerla hay que pararse. En el prólogo que hace Claudio Magris de la versión italiana de “Viaje a Portugal” de José Saramago, dice que “…para comprender verdaderamente algo de una ciudad, el viajero, paradójicamente, tendría que pararse, ser sedentario, participar a fondo de la vida que atraviesa y luego deja atrás…”

Un día es lo mínimo que se puede estar en una ciudad tan potente como Córdoba del punto de vista cultural, histórico, literario, artístico, gastronómico, tradiciones, arraigo… Además esto es un plus para regalarte tiempo y perderte en callejas, descubrir las pequeñas tiendas de barrio, kilómetro cero y escuchar las conversaciones de l@s vecin@s con su acento particular.

Inevitablemente, aunque estés caminando solo, se te van a escapar muchas sonrisas porque de pronto vas a oír por una ventana a un espontáneo que canta por bulerías, o un guitarrista que hace escalas como un loco, como si de Vicente Amigo se tratase, o te va a llegar un ramalazo de perfumes que te van a recordar cuando estabas en la huerta del abuelo (albahaca, hierbabuena…) o de pronto, sin esperarlo, se te aparece como un cuadro enorme, una calleja escondida, con pinceladas de azul limpísimo de cielo, blanco luz y cascadas de flores. Esto sólo lo pueden encontrar cuando te permites el lujo de «estar» y «entrar» en una ciudad.

Esto te permite convertirte en un aventurero a la búsqueda de tesoros, sentado en una terraza, con calma, observando la gente y sus gestos, hablando con las manos, o paseando, con los ojos abiertos como un niño, «estando», a la espera de que de pronto, algo nuevo la vida te va a sorprender y regalar.

Es tan bueno para la salud el Turismo Lento que tendría que ser obligatorio en las escuelas su estudio y prescrito como medicina universal por todos los médicos del mundo.